Proyecto solidario contra la pobreza infantil

Namibia /

LA TIERRA DE LOS NAMA

LA TIERRA DE LOS NAMA

Mi entrada en Namibia, no fue tan calurosa como me esperaba, aunque el calor era terrible, el calor humano del policía que me atendió era simplemente inexistente, me miraba de arriba abajo con autoridad, aunque no tengo muy claro si me miraba o más bien me olía. Y así, después de verificar mi nuevo y reluciente pasaporte, me preguntó el número de matrícula! Me morí de risa, gran fallo!. Le dije que era una bicicleta, y su cara paso de mala cara a roja. Pareció olvidar y su próxima pregunta fue un «¿Dónde vas?» Joder, no lo se!. «Si no me lo dices no te dejo entrar». Parecía verdad, inventé algunos nombres que recordaba haber visto en el mapa, y así al cabo de unos minutos, un sonido anunciaba que mi pasaporte estaba sellado.

Esta es una de aquellas situaciones, que cuando estás cansado parecen tan estúpidas, y que cuando realmente no lo estás, son verdaderamente surrealistas, simplemente el poder de un uniforme!.

Al final me encontraba en ese No Man’s land, justo encima de Orange River, y de allí gracias a la generosidad de Tatum, pude gozar de unos días de descanso en una maravillosa cabaña a los mismísimos pies del rio, a la vez también debo agradecer a Carlos Peres, un portugués dueño del lugar que hizo de él un paraíso, y que para mi me sirvió para que mi derrotado cuerpo se recobrara, a la vez muchas esperanzas.

Namibia me esperaba con sorpresas, a parte de las grandísimas distancias , me acogió con fuertes vientos del norte, calor, lluvia y algún que otro problema mecánico.
En este país todo es inmenso, todo menos su población claro, únicamente dos millones de habitantes, eso quiere decir que un hablador como yo lo tiene claro.

Aún así, luchando contra el viento, la falta de agua y sobre todo el terrible acoso moral del cuenta kilómetros cuando indica que no avanzas a más de 7 km por hora, es por el viento, primero quieres creer que no pasa nada, luego te dices a ti mismo, Nando no tienes ninguna prisa, pero cuando tus piernas ya no quieren rodar más, tu agua es ya un recuerdo, y la soledad tu única compañía, lo único que quieres es hablar, romper el cuenta kilómetros, y como siempre acabas no haciendo nada y aceptando tu realidad.

gambada

je je je

Namibia es un inmenso país, tres veces Gran Bretaña, y solo dos millones de habitantes, que de bien seguro tienen otras cosas mejores que hacer, que hablar con un cansado y aburrido catalán, pedaleando en busca de un mundo mejor.

Con estas realidades pedaleo, entre maravillosos paisajes que esta región del Karas me ofrece, atravieso pequeñísimas aldeas que parece que esconden su vida, es como si todo fuera inseguro aquí, pero me siento feliz, en medio de esta inmensidad y contento de poder compartirlo hoy con vosotros, que aunque os parezca difícil de creer, aquí es difícil encontrar también Internet.

Nmamaland es vasto y solitario, tiempo para soñar…

Gracias de todo corazón, a Elisabet y Jaume, a Tatum, Carlos, Erich y Zelda y todos aquellos que me ofrecieron agua y alguna sonrisa cuando más la necesitaba. Y así entre recuerdos veo los días pasar y en la añoranza de aquellos que quiero tanto, encuentro la paz y la fuerza para intentar hacer que Gambada sea una referencia y un grito a la esperanza.

Namibia es grande y solitaria, tiempo para soñar.

SALUD Y BUEN CAMINO, NANDO.

NUNCA DESISTAS DE UN SUEÑO, SOLO TRATA DE VER LAS SEÑALES QUE TE LLEVAN A ÉL.

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