Proyecto solidario contra la pobreza infantil

Angola /

CHINHO

CHINHO

Salir de Opuwo fue una alegría y una tristeza a la vez, alegría de me saber finalmente hacia otro esperado país, y tristeza de dejar de nuevo los seres queridos como Chinho que ya se ha convertido en un hermano angolano. El me devolvió el dolor de tener que aceptar el dejar a gente importante para mi, nuestro ultimo abrazo fue delante de las bellas cataratas de Ruacana, un hasta ahora que casi significa hasta nunca, una sonrisa sincera y un nudo en la garganta eran los últimos recuerdos que me acompañaban al cruzar la triste frontera de Angola. De allí, todo era comenzar un tormento de mas de 160 km, que acabaron con mi paciencia, en esta carretera, bueno lo llamare camino terrible, solo para hacerme entender en ella solo pasan los duros camiones unimog, y ellos tardan mas de 8 horas a recorrer estos kilómetros, pues yo en bici, humm, no lo quiero ni recordar, arena, agujeros, piedras inmensos canalones de agua, y sobre todo muchas caídas, el cuerpo me dolía de tanta añoranza y a la vez de tanto esfuerzo, de empujar y levantar la bicicleta del suelo, en esos días la noche siempre me atrapaba, sentí soledad y decepción.

Pero como ya he dicho muchas veces, en todos los infiernos tiene cabida la alegría, y para mi esa era, el recobrado paisaje africano lleno de baobabs, cielos maravillosos y tribus, todo esto me ayudaba a encontrar las fuerzas para proseguir, como también la amabilidad de las gentes que me ofrecían comida y cobijo.

Ya en la esperada carretera, aunque en obras y todavía de tierra, las cosas fueron mejor, la carretera que llega a Lubango, me ofreció ya la posibilidad de empezar a gozar de Angola, un pais grande que no tiene secretos y que todo se puede convertir en realidad.

En la mayoría de aldeas, no hay luz, es difícil encontrar gasolina en un país extremadamente rico en petroleo, y que todo es tan caro que el dinero parece no tener ningún valor, el mercado negro es un gran negocio y los 35 anos de guerra han dejado una gran huella, llamada desconfianza,

GAMBADA

¿Qué me decías?

Muchos edificios aun hoy, parecen verdaderos quesos gruyere, con sus agujeros, y la decadencia y la pasividad de sus gentes que no se esfuerzan lo mas mínimo para mejorar hacen lo que hoy Angola es para mi, un desastre envuelto de bellas sonrisas y maravillosas gentes, como esas que aquí en La Chibia, un aburrido pueblo con ganas de vivir, pero sin camino hacia el futuro debo de agradecer la amabilidad de las gentes, aquí mi derrotado cuerpo caía en una cama de la casa de la amable señora, María Delfina Paredes y madre de mi querido Chinho, y que a la vez se convirtió en la mía los días que allí estuve.

Por las noches la familia me arropaba con charlas y sonrisas alrededor de unas brasas de carbón, para engañar el frio, todo un placer pero en mi cabeza las palabras continuar eran lo único que tenia cabida, al día siguiente Domingo decidí volar, hable con mama y con energía me miró y respondió: «Hoy es domingo. ¿Dónde coño quieres ir? te vas mañana!». Oops!, lo entendí muy bien y me quedé otro día más.

El lunes se levanto fresco y soleado me fui entre los sollozos de mama y mi tristeza por dejarlos aunque para mi era mas fácil porque la noche a seguir dormiría en Lubango en casa de una de sus hijas, solo llegar allí ella me llamaba para desearme lo mejor.

Otra vez la gratitud de las buenas gentes vale mucho mas que toda la riqueza del mundo,

Y así, desde Lubango a los pies de la serpenteante maravillosa sierra de Leva, soñé buscando un lugar para encontrar de nuevo ese camino que he escogido y que significa poder ayudar.

Angola me ha abierto los brazos y el corazón, espero saber devolver esta gran amistad.

Mientras la vida es tan bonita que la muerte se ha enamorado de ella, es un amor posesivo y celoso que acaba cogiendo todo de ella.

Aun asi, tener esta vida es casi merecer mas de lo que realmente merezco.

CHINHO el hermano angolano.

SALUD Y BUEN CAMINO, NANDO.

EL UNICO ENCANTO DEL PASADO CONSISTE EN QUE ES EL PASADO

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